Exposición de grabados de Fernando Polito y Juan Sebastián Carnero
Inauguraciòn: 16 de septiembre de 2011. Casa de Cultura de Quilmes. Buenos Aires. Argentina
Pròlogo, por Mauricio Schvarzman.
¿Cuán objetivo puede ser alguien que admira a estos dos colegas? ¿Cómo evitar el desborde del elogio? ¿Qué escribir sin caer en un discurso ampuloso lleno de palabras edulcoradas y vacío de ideas esclarecedoras? A pesar del riesgo me improviso en comentarista de las obras gráficas de Sebastian y Fernando porque el desafío será despojarme del afecto (si esto fuera posible) y describir el contenido de sus producciones.
Ante todo me encuentro con dos relatores del entorno, cronistas de lo cotidiano, comunicadores de lo que ven y sienten. Todo lo que los rodea puede ser mostrado y comentado con sus imágenes. Son ensayistas, describen nuestra sociedad y su gente desde una mirada sensible y cálida, no exenta de crítica.
Fernando Polito lo hace desde la sátira y el humor mordaz, desde el aprecio y la lujuria por sus semejantes y por él mismo. Lo doméstico y el suburbio está analizado desde el expresionismo feroz y amoroso, nunca desde el desprecio frío o distante.
Sebastian Carnero, en cambio, imprime su comentario gráfico a través de la belleza y la sensibilidad del color y las texturas; nos muestra su interior y sus sentimientos, su mirada cordial y sincera, su síntesis formal, ya sea con su abigarramiento en algunas zonas o sus espacios libres y silenciosos en otras hasta lograr grabados con alto impacto dramático o encantador. Ambos artistas son además profundos investigadores tanto de los elementos como de los materiales y herramientas que utilizan, no repiten fórmulas exitosas y no se estancan en hallazgos felices. Se arriesgan y bucean para lograr nuevos resultados. Desafían tanto al fracaso como al logro. Son infatigables en su producción. No se permiten el descanso. Su calma es el trabajo y las horas acumuladas en sus talleres.
Los dos optaron por ser figurativos (aunque este término esté pasado de moda segùn muchos estudiosos de la plástica) para dialogar con el espectador y para crear un lazo cálido y comunicativo con la gente. Nunca se apartaron de este principio, nunca se "divorciaron" del público. Siempre están allí sus obras, para una charla amena y para un encuentro estético real, enriquecedor e incondicional.
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